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El envejecimiento alcanza un nuevo máximo histórico en Galicia del 218%

Galicia ocupa el puesto 2 en el ranking de envejecimiento en España (donde el índice de envejecimiento desciende hasta el 137%), es la segunda comunidad más envejecida de España, solo superada por Asturias (249%)

Redacción EM 30-01-2024

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En el año 2023 las cifras de envejecimiento en nuestro país vuelven a sorprender al alza. Según los recientes datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, el pasado año se registró un nuevo máximo histórico de envejecimiento en España, del 137,3% o, lo que es lo mismo, ya se contabilizan 137 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 (en 2022 la cifra alcanzó el 133,6%). 

Galicia, por su parte, ocupa el segundo lugar en el ranking de envejecimiento en España, con una tasa del 218%, es decir, se contabilizan 218 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Contrasta la cifra actual (218%) con la de principios del milenio, cuando Galicia registraba una tasa de envejecimiento del 141%, un porcentaje que no ha dejado de crecer, habiéndose incrementado en 35,4 puntos porcentuales durante la última década.

Y si nos remontamos más atrás en el tiempo, cabe señalar que Galicia es una región envejecida desde 1994, cuando su índice de envejecimiento superó por primera vez el 100%, lo que denota una mayor proporción de personas mayores.

Por provincias, Ourense presenta el mayor índice de envejecimiento con un 310% (la segunda más envejecida de todo el país, solo por detrás de Zamora). De cerca le sigue Lugo (280%), y algo más distanciada A Coruña (208%). La única provincia gallega por debajo del índice del 200% es Pontevedra (186,8%). 
En este contexto de envejecimiento sin precedentes, la Fundación Adecco reivindica el talento sénior (población activa mayor de 50 años) como vector estratégico de competitividad, siendo su discriminación un absoluto contrasentido.  

“Algunas medidas como la elevación de la edad de jubilación buscan adaptarse a la realidad demográfica y preservar los sistemas de bienestar social. Sin embargo, la exclusión laboral por edad -que lamentablemente aún sigue produciéndose- contradice estos esfuerzos, limitando la contribución de una fuerza laboral creciente y que ya supone el 34% de la población activa”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

Por otra parte, el directivo subraya que "en este escenario de envejecimiento desbocado, la sostenibilidad del Estado del Bienestar va a depender de nuestra capacidad para generar empleo de calidad que lleve las cifras de afiliación a su máximo nivel. Es fundamental ensanchar la base de cotizantes, estimulando la participación laboral de las personas tradicionalmente inactivas (con discapacidad, mujeres sénior, población rural, etc.), así como realizar una adecuada gestión de la migración para convertirla en una ventaja competitiva, dada su capacidad para llenar el vacío de una población activa nativa decreciente, y teniendo en cuenta su potencial para mejorar nuestra posición competitiva global”.

CINCO RAZONES POR LAS QUE APOSTAR POR EL TALENTO SÉNIOR
Algunas razones de peso para que la Administración pública, las empresas y la sociedad pongan en valor a la fuerza laboral más veterana se concretan en las siguientes:

- Empresas más competitivas en el contexto silver economy. No solo los empleados: todos los grupos de interés tienen una media de edad cada vez mayor:  accionistas, consumidores, clientes, comunidad local, etc.  Si las empresas se liberan de etiquetas, prejuicios y estereotipos anacrónicos asociados a la edad (por ejemplo obsolescencia habilidades o menor energía y dinamismo), se desenvolverán mucho mejor en un mercado dominado por “los silvers”, obteniendo una oportunidad de crecimiento económico y, en definitiva, una ventaja competitiva. “Incorporar a personas mayores de 50 años a los equipos de trabajo nos ayuda a conectar mejor con las generaciones más veteranas y a entender mejor sus demandas y expectativas”, explica Mesonero.

- Talento vinculado a la riqueza experiencial y cognitiva de las personas sénior. No es la edad en sí misma, sino el bagaje de experiencias que habitualmente atesoran las personas mayores de 50 años, y que les refuerza en valores como la madurez, el pensamiento crítico, la resolución de problemas o las habilidades de comunicación, convirtiéndose en una fuerza laboral de gran valor.

- Justicia social. Las personas sénior han desempeñado un papel clave en el desarrollo de nuestra historia reciente, contribuyendo al desarrollo de las sociedades en periodos de expansión, recesión, cambios demográficos o revolución tecnológica. A menudo, están en desempleo por causas ajenas a su voluntad y no es de recibo darles la espalda, ahora que ellos necesitan trabajar.

- Competitividad y sostenibilidad. Como ya se ha señalado, la población activa mayor de 50 años ya alcanza el 34% (hace una década eran el 25%) y, en un escenario de envejecimiento imparable, su proporción seguirá incrementándose en las próximas décadas. Es evidente que renunciar a una fuerza laboral creciente y dominante va en detrimento de la competitividad y la sostenibilidad de las empresas y del país en su conjunto.

- Envejecimiento activo y saludable. La apuesta por el talento sénior no ha de entenderse únicamente como un asunto económico, sino como un factor crítico para promover un envejecimiento saludable y activo, teniendo en cuenta que el desempleo, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, es uno de los grandes disparadores de problemas de salud mental (depresión, estrés, etc.) cada vez más frecuentes entre los desempleados mayores de 50 años, que pueden ver mermado su sentimiento de identidad y propósito, además de desarrollar importantes preocupaciones financieras, a medida que se acercan a la edad de jubilación.

De hecho, según el último informe #TuEdadEsUnTesoro, de la Fundación Adecco, el 45% de las personas desempleadas mayores de 55 años cree que no encontrará trabajo y que pasará, directamente, del desempleo a la jubilación. Lo que más les preocupa es no poder acumular las cotizaciones necesarias para alcanzar una pensión adecuada (63%), además de la ausencia de ingresos para cubrir gastos básicos inmediatos (92%). Autoestima (52%), salud mental (45%) y la necesidad de ayudar a familiares económicamente dependientes (25%) son otras de las principales inquietudes de las personas mayores de 55 años en situación de desempleo. 



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